El panorama de la movilidad de Cali no puede seguir siendo dominado por el caótico, anárquico e irresponsable sistema de transporte público tradicional que los usuarios hemos soportado durante décadas. Si como sociedad no somos capaces de repudiar la corrosión social que ha generado la ‘guerra del centavo’ ni de imaginar un futuro mejor con un sistema de transporte público optimizado, regulado, seguro y de calidad, entonces no estamos en nada.
El proceso de transformación profunda del transporte público ha pasado de involucrar un pulso entre transportadores tradicionales en la mesa de negociación, a ‘justificar’ una batalla campal en la que los grandes afectados son los ciudadanos. Este no es el caso en que unos ‘pobres’ microempresarios comprometidos con la ciudad luchan contra una ‘élite’ empresarial perversa. Seamos honestos: lo que estamos presenciando es un episodio vergonzoso de la feroz lucha que ahora se libra entre los, hasta hace pocos días, socios inseparables del transporte público tradicional, por la repartición de la torta del negocio del transporte público.
Dilatar este pulso es injusto con la ciudad, la comunidad debería exigir respeto. Respeto por parte de los grandes empresarios que, ahora como operadoras del sistema MIO(1), parecen aprovechar su posición de poder para ofrecer una fracción del precio justo por los vehículos que están obligados a comprar a los pequeños empresarios como parte de su cuota obligatoria de reducción de la sobreoferta. Respeto por parte del reducto de pequeños empresarios renuentes al sistema masivo que, después de décadas de servirse de la ciudad haciendo del caos y la anarquía su mejor negocio, ahora reclaman, con piel de oveja, exageradas indemnizaciones por una sobreoferta que ellos mismos, mediante todo tipo de argucias, decidieron aumentar en los últimos años. Inaceptable que ahora se burlen de los usuarios negándoles el servicio en rutas que todavía tienen asignadas. Al guardar sus buses someten a la gente a largas caminatas.
Este pulso debe terminar cuanto antes. Alcanzar ese punto de equilibrio en el que confluyen los intereses económicos de ambas partes requerirá que ambos reconozcan su corresponsabilidad en la premeditada sobreoferta que generaron y de la cual se lucraron. De la Administración Local se espera que use los instrumentos legales que tiene a mano para potenciar ese escenario, en el cual el dilatar la negociación resulta un ‘pierde-pierde’ para las partes en disputa, y que logre que los conductores, únicas víctimas reales del sector, salgan lo mejor librados posible. Del Concejo Municipal se espera tenga la sensatez de defender el interés general real, es decir, el de 2,3 millones de caleños.
No pocos motivos ha tenido la comunidad para quejarse de la Secretaria de Tránsito y Metrocali durante tantos años, la caótica movilidad de Cali y el todavía deficiente desempeño del sistema masivo MIO son irrefutables. Si bien dichas falencias se consolidaron en administraciones pasadas, la actual ha asumido la responsabilidad y ha apretado el acelerador para ofrecer el sistema masivo que la ciudad requiere, pero lograrlo dependerá de que la comunidad la respalde en sus iniciativas coherentes de movilidad. De lo contrario, no solo el máximo potencial del sistema masivo seguirá siendo un enigma sino que, a pesar de nuestros aires de metrópoli, seguiremos viendo pintorescos cuadros como el de un caballo tirando de una carreta en plena Avenida Sexta.
Carlos Alberto González GuzmánOctubre 11, 2012
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Publicado: Diario El País
Edición Impresa, Sección Entorno, Página A3 Cali, Colombia. Octubre 11 de 2012
Artículo de Opinión
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