En Colombia, todos los sistemas Bus Rapid Transit (BRT) presentan déficit financiero en su operación, es decir, sus ingresos por venta de tiquetes no cubren los costos de ofrecer un servicio con tecnología de altas especificaciones. Dicho déficit se está viendo reflejado en una caída en la calidad del servicio, lo cual está generando una reducción del número de usuarios. Se trata de una espiral negativa que podría terminar por poner en serios aprietos a dichos sistemas y, por ende, pondría en jaque a cerca del 80% de ciudadanos que depende del transporte público. Las alarmas ya están encendidas, lo que está en juego es la movilidad de millones de ciudadanos. Las expectativas poco realistas de los legisladores y el ejecutivo nacional son, en gran parte, el origen de la difícil situación que están enfrentando los usuarios de los sistemas de transporte masivo. No cabe duda, lo que hace falta es el diseño de un esquema de financiación sostenible en el tiempo, no de uno “autosostenible” en
* Carlos Alberto González Guzmán